lunes, 21 de mayo de 2012

Remembranzas del pasado

Viaje a mis adentros...



Anoche soñé que llegabas, te miré a lo ojos, pude ver todo cuanto ocurría en tu corazón, todo cuanto habías callado y que por temor nunca dijíste, sentí que el mundo se hizo nada, que mi corazón estaba fuera de si, sentí estar flotando en el infinito, tan obscuro pero tapizado de miles de estrellas y de más cosas cósmicas.

Te miré a los ojos, pude conocerte realmente, supe quien eres y lo que haz estado buscando, lo que haz sacrificado y lo que ahora estás dispuesto a vivir, pude ver toda tu vida correr ante mí, comprender tus silencios y tus ausencias.

Te abracé, te abracé como queriendo atraparte por siempre, queriendo tenerte eternamente a mi lado, te abracé queriendo decirte que estaba ahí contigo, sólo para ti, como lo ha sido siempre, queriendo comunicarte que había esperado por tí desde siempre, que mi alma se sentía ahora plena e inmensamente feliz por tenerte así.

Sentí tu mano, acaricié cada línea de tu palma, cada parte de tus dedos, como queriendo redescubrir mi vida en ti, como si de siempre hubieses estado aquí, uní mi mano a la tuya, pensando que en adelante sólo tu y yo caminaremos hasta la otra vida.

Si, te soñé, te soñé, te soñé, fui la mujer más feliz del mundo, te vi tan real, pensé estar ya en el mismísimo cielo; sentí tu presencia aquí, después de tantos años esperarte, al fín estar juntos.

Y hoy, despierto, mirando la realidad, aceptando tu partida (como si alguna vez hubieses estado presente), comenzando a querer olvidarte, pero todo cuanto intento es imposible, hace ya dos siglos que te fuiste, y en mi corazón el tiempo no ha pasado; en mi mente tus palabras y tus pensamientos permanecen, tu respiración sigo escuchando, los latidos de tu corazón siguen en mi. Es tan difícil aceptar que te haz ido, que nada cuanto hice te detuvo, mi corazón llora tu ausencia, implora a la vida una explicación, tan lejos te haz ido, es tanta la distancia que hay entre tu y yo que resulta insalvable cualquier intento por acercarme, ningún medio puede llevarme a ti.

La idea de resolver contrariedades en nuestro andar se ha vuelto hoy cenizas, he visto tu equipaje, lo curioso es que jamás lo abriste, sabías que estabas de paso, que el camino a mi lado era sólo una vereda a tu destino final; te deseo buen viaje.

¿Sabías acaso de mi existencia? ¿Alguna vez fuiste consciente de ello? Hoy me doy cuenta que no, físicamente te vi, pero en esencia jamás estuviste aquí, tan dura es la realidad, tan cruel resulta la vida desde este episodio, tan ilógico resulta el amor que te juré.

Y mi mundo de pronto cae a su realidad, con un paisaje poco grato; y sin embargo, es la realidad, bendita realidad, que hace sacudir los escombros del alma, que provoca despertar de golpe ante este dulce y a la vez cruel sueño.

Por unas once horas fui inmensamente feliz, es hora de despertar y acomodar las hojas de este diario que amenazan en desaparecer si no me apuro; once horas, once horas… casi once horas y te fuiste. Sólo el suspiro de haberte conocido al fin me queda tan marcado en el corazón, porque aunque sólo fue por un efímero tiempo, se que si estuviste aquí. Lo paradójico es que yo en ti jamás estuve.

Si alguna vez te atreves a mirarme en tus sueños, ruegote devuelvas mi alma, mi ilusión por amar y mis sueños por vivir.
Hasta mañana.
Dulces sueños.
Iosefinzani

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