Esta mañana me ha parecido haber escuchado los pasos del general, inmediatamente ordené preparar agua para café, me alisté como pude, el tiempo se he había ido sin darme cuenta, había tenido una semana pesada, así que no me incomodó dormir un poco más aquel sábado.
Se abre la puerta del aposento, si, tal como lo supuse era mi coronel, era el héroe que todo el pueblo recibía con alegría, cada día que pasaba yo lo percibía más guapo, o será que cada día me iba enamorando más de él?Eran ya 20 años de nuestra vida juntos, sin embargo, cada vez que lo miraba frente a mí, podía sentir cómo mis pies temblaban de la emoción. Era inevitable no enamorarse de él, un hombre tan cálido, generoso, amable, delicado en su trato para conmigo, cariñoso, sensible, cualquiera dudaría que con ese carácter pudiese enfrentar las batallas a las que era enviado. Sólo yo sabía y conocía el otro lado de mi general.
Le había conocido entre una multitud que se agolpaban frente a un grupo de mesas, puestas expresamente para torneos de juegos de mesa, recuerdo bien su concentración en la partida que estaba entablando, no se cómo fue mi atrevimiento en aquel tiempo que sin dudarlo, pedí se me concediera un turno, así que lo reté, él llevaba buena racha, así que me parecía hasta cierto punto vanidoso, cosa que me fastidiaba la existencia. Sin querer llegó mi turno, justo contra él, no lo había previsto tan pronto así, pero se dio la oportunidad, al paso del juego fuimos charlando entre monosílabos y silencios, poco a poco fui dándome cuenta que poseía algo que me atraía, era demasiado pronto para sacar conclusiones sobre sentimientos y sensaciones, pero algo hacía que quisiera estar más tiempo enfrentándolo. El tiempo se agotó, las partidas realizadas al final no le dieron el triunfo a ninguno de los dos, pero algo más profundo había surgido. Iniciamos una insípida amistad, de momento perdí el interés, así que el tiempo fue pasando, en algunas ocasiones coincidíamos en algún evento social, fuimos tratándonos poco a poco.
Por aquel tiempo, no tenía interés alguno en involucrarme emocionalmente con nadie, me atraía, pero no quería comprometer mi corazón, pues aún aguardaba por aquel primer amor, que hacía algunos meses se había comprometido intempestivamente con una mujer, cuya personalidad y aparición desquiciaron mi vida, la llegué a culpar y detestar por haberme arrebatado a mi gran amor; sin embargo con el paso del tiempo comprendí que ella sólo puso las cosas en su lugar y me mostró a la persona a quien yo había ofrendado todo mi ser; las cosas de la vida, al poco tiempo ella hizo como que se marchó y no. Bueno, esa ya no es mi historia. El punto es que a pesar que fui conociendo y saliendo a escondidas con el general, no me terminaba de convencer, y menos un hombre cómo él, que desde ese entonces ya estaba en encomiendas por tierras lejanas, mi autoestima por entonces no me ayudaban mucho, por el golpe bajo que terminaba de atravesar; pero, no contaba con la terquedad, la constancia y el amor que este hombre me prodigaba ahora, era tan hermoso que no podía creer lo que me sucedía a su lado, me hacía sentir una princesa, el centro del universo, claro, sin que yo perdiera el piso, no volvería a perderme entre las nubes a la primer oportunidad, así que me mantuve fría e indiferente ante esta nueva experiencia.
El tiempo ha pasado, no puedo o no quiero reconocer aún que desde esa primera vez sentí la necesidad de no separarme más de su lado, me sentía en verdad en otro mundo; se dice que después de una mala experiencia lo lógico es ser más cautelosa ante otra relación, y lo hice, pero su amor y atenciones podían más que mi voluntad y determinación, que no hizo mucho. Y hoy, después de estos años, no he dejado de amarlo un sólo día, no hay noche en que no mire a las estrellas para suspirar por su presencia, los días en que no está se me hacen eternos, no logro controlar la angustia de saberle lejos, pero Dios que es tan bueno, me lo ha regresado bien. La promesa nupcial no ha dejado de estar presente, nuestro amor es hasta siempre.
Nuestros hijos ya han crecido, y tal como los visualizábamos han resultado, hemos sido los padres que quisimos ser, parece que no lo hemos hecho tan mal, cada uno de nosotros tenía su historia familiar, así que fuimos reforzando lo bueno y evitando lo que provocara alejamiento o dañara el crecimiento de nuestros retoños.
Si, mi general está frente a mí, y pese al temblor de mis pies y la emoción que me embarga me he quedado pasmada repasando en un instante nuestra historia. Cuanto le amo, siento la necesidad de abrazarle y hacerle sentir todo el amor que hay en mi vida para él.
FIN
Iosefinzani
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