sábado, 28 de abril de 2012

Danza de la vida


cuando en el nuevo día surge el sol,
todo parece reanimarse
el universo en si se descubre distinto,
como si por un momento reviviese. 

Las estrellas que bailaban en el firmamento
se marchan para dar paso a una sola luz,
el cielo parece todo un portento
para recibir y acompañar a sol. 

Todo ser viviente inicia una nueva tarea;
unos para retirarse a sus adentros,
otros para mostrar su victoria,
Y yo para confrontar nueva oportunidad. 

Es bello percibir cómo los rayos van invadiendo
cada espacio recóndito de la tierra
y cómo es que se va notando su paso:
El paso del tiempo. 

A medio día, donde y cuando todo parece pleno,
el sol brilla en todo su esplendor,
la vida parece gritar como loca su felicidad,
la creación entera se siente en plenitud. 

Y sin embargo, el atardecer llega
¿Qué sería de un atardecer sin sol?
¿De un horizonte obscuro en donde debiera de estar?
¿Sin lo rayos únicos que indican el final? 

¿Qué sería de la vida sin esas nubes que acompañan?
¿Sin esas tormentas que refrescan y renuevan?
¿Sin esos eclipses que colapsan y paralizan?
¿Sin esos lugares profundos y obscuros que no reciben al sol? 

¿Qué sería de un caminar sin veredas?
¿Sin peñascos que escalar o admirar?
¿Sin montañas que guardan tras de si todo un arte
que dan el gozo a la vista y corazón? 

La vida es así
hay un nacer, una plenitud y un decrecer
paulatino, lento, pasivo y monótono,
si se vive en la mediocridad. 

O la vida puede ser igual
ágil, violenta, dinámica y constante,
sacudiendo las entrañas a cada cambio,
exprimiendo lo más profundo del ser. 

Con todos los accidentes,
con todos los deleites,
para hacer una vida recorrida
contra una vida estática. 

Grita el alma de dolor ante los cambios
ante los fracasos, así percibidos,
sin notar en su momento
que vienen nuevos tiempos. 

Canta el alma de alegría  ante la bondad,
ante los logros y maravillas,
queriendo permanecer en este estado
olvidando que la vida está en movimiento. 

Reflexiona y se perfecciona el alma,
cuando surgen las tormentas,
cuando siente desgarrarse
y se da la oportunidad de mirarse. 

Así el sol, nace cada día
disfruta y madura en el cenit,
y sin embargo, muere al atardecer
pintando el horizonte de rojo. 

Y en este proceso, alcanza a vislumbrar
que la luna le sucederá
que las estrellas brillarán
en este espacio que es su hogar. 

Canta, baila y llora en un solo día
de alegría, de dolor o de esperanza.
Así el alma mía
al reconocerse peregrina por esta vida. 

Pasando por todo un horizonte
recorriendo los pasos del sol,
de todo lo que en un día suele ocurrir
para reconocerse parte del milagro.


Autor
Josefinzani
2011

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