todo parece reanimarse
el universo en si se descubre
distinto,
como si por un momento reviviese.
Las estrellas que bailaban en el
firmamento
se marchan para dar paso a una sola
luz,
el cielo parece todo un portento
para recibir y acompañar a sol.
Todo ser viviente inicia una nueva
tarea;
unos para retirarse a sus adentros,
otros para mostrar su victoria,
Y yo para confrontar nueva
oportunidad.
Es bello percibir cómo los rayos van
invadiendo
cada espacio recóndito de la tierra
y cómo es que se va notando su paso:
El paso del tiempo.
A medio día, donde y cuando todo
parece pleno,
el sol brilla en todo su esplendor,
la vida parece gritar como loca su
felicidad,
la creación entera se siente en
plenitud.
Y sin embargo, el atardecer llega
¿Qué sería de un atardecer sin sol?
¿De un horizonte obscuro en donde
debiera de estar?
¿Sin lo rayos únicos que indican el
final?
¿Qué sería de la vida sin esas nubes
que acompañan?
¿Sin esas tormentas que refrescan y
renuevan?
¿Sin esos eclipses que colapsan y
paralizan?
¿Sin esos lugares profundos y
obscuros que no reciben al sol?
¿Qué sería de un caminar sin
veredas?
¿Sin peñascos que escalar o admirar?
¿Sin montañas que guardan tras de si
todo un arte
que dan el gozo a la vista y
corazón?
La vida es así
hay un nacer, una plenitud y un
decrecer
paulatino, lento, pasivo y monótono,
si se vive en la mediocridad.
O la vida puede ser igual
ágil, violenta, dinámica y
constante,
sacudiendo las entrañas a cada
cambio,
exprimiendo lo más profundo del ser.
Con todos los accidentes,
con todos los deleites,
para hacer una vida recorrida
contra una vida estática.
Grita el alma de dolor ante los
cambios
ante los fracasos, así percibidos,
sin notar en su momento
que vienen nuevos tiempos.
Canta el alma de alegría ante la bondad,
ante los logros y maravillas,
queriendo permanecer en este estado
olvidando que la vida está en
movimiento.
Reflexiona y se perfecciona el alma,
cuando surgen las tormentas,
cuando siente desgarrarse
y se da la oportunidad de mirarse.
Así el sol, nace cada día
disfruta y madura en el cenit,
y sin embargo, muere al atardecer
pintando el horizonte de rojo.
Y en este proceso, alcanza a
vislumbrar
que la luna le sucederá
que las estrellas brillarán
en este espacio que es su hogar.
Canta, baila y llora en un solo día
de alegría, de dolor o de esperanza.
Así el alma mía
al reconocerse peregrina por esta
vida.
Pasando por todo un horizonte
recorriendo los pasos del sol,
de todo lo que en un día suele ocurrir
para reconocerse parte del milagro.
Autor
Josefinzani
2011
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